Este Mathey Tissot Quartz no hizo nada malo, se los aseguro.
Pero los juguetes de mi gata lo condenaron a una tortura siniestra: que la trampera de ratones lo torture hasta que se convierta en reloj mecánico.
Tarea imposible, me dirán.
Pues no sé: cuando la tortura del Mathey Tissot termine ( en el verano del 2137 ) les cuento...
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